Thursday, December 16, 2010

Le puse play y la hoja se llenó.

Estamos a nueve días de Navidad. Como en las películas, me imagino el encuadre conmigo en un costado, sentado en el metro, con mis audífonos puestos mirando hacia adentro. Al pie del fotograma la frase dice "Santiago, nueve días antes de Navidad". O mejor en inglés, "Santiago, nine days before Christmas". Anoche, un minuto antes de que terminara el plazo, logré poner las notas de mis cursos de este semestre. Como un café derramado, que ocupa cuanto intersticio hay y lo empapa todo, el proceso de poner notas cada fin de semestre no me deja minuto para otra cosa. Y por lo mismo, el plazo fatal de la medianoche para poner las notas hace que el día siguiente se plantee como una página en blanco, vacía, per con todo por hacer. Y ahí estaba yo, en el vagón del metro, sentado, con mi bolso tipo bandolera abierto buscando algo para leer, cuando decidí escuchar música. Hurgué en el bolsillo del bolso buscando los audífonos, me los puse cuidadosamente, saqué el iPod y le puse play a lo que estaba en pausa desde hace dos días. Fue entonces como la música gatilló un mecanismo de precisión relojera. Con las canciones de Ketama de fondo, aquel lienzo en blanco se fue llenado de olores, sonidos, rumores de calle, ecos de amistad sincera, voces que arropan, palabras vestidas de tinta que aún habitan en papeles y postales. Ráfagas de amigos, gestos, detalles, sabores, fueron completando este collage que comencé un día de otoño con una carta que llegó a mi casa. El sol del mediodía entraba por la ventana y daba sobre la cama. Ahí había dejado el sobre con el logo de la universidad a la que postulaba que no me atrevía a abrir. En su interior estaban las palabras que me llevarían unos meses más tarde a un mundo nuevo, pero familiar, sorprendente, pero sin secretos, crítico, pero tolerante. Desde esta parte del camino, esa carta estaba llena de hojas por escribirse. Algunas vinieron de vuelta, otras se quedaron en calles ajenas hechas propias, en escaleras de metro en madrugada, bajo la mesa de un bar, o entre las notas de alguna canción de moda. Cuando escarbo entre los recuerdos encuentro todavía papel sin usar, con sus líneas esperando completarse con alguna frase. Aún estoy de viaje, todavía no he llegado, y mientras tanto seguiré completando este collage interminable de la vida.

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1 Comments:

Blogger Gabriela said...

Nunca pares de escribir...
un beso

7:03 AM  

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