Tuesday, November 15, 2011

Fantásticas vistas gaudianas en una Barcelona cambiante


(Mail enviado el 15 de noviembre de 2011 a la familia, amigas y amigos que saben de mi afición por la ciudad de Barcelona)
Querida familia, queridos amigas y amigos:
Con ustedes estuve en distintos momentos en Barcelona y recuerdo la o las muchas veces en que juntos fuimos a visitar la Sagrada Familia. De noche, de día, al mediodía, en la mañana de un domingo o de un sábado, mientras los novios se sacaban fotos en las plazas de enfrente para armar su álbum, antes de continuar posando en otras postales como el Parque Güell, la Casa Batlló, la Pedrera o parques como la Tamarita, en Sant Gervasi. A la obra maestra de Gaudí, llegamos a pie, en auto, desde la Diagonal o bajando por el Paseo o Avinguda Gaudí, en metro línea 5, la azul que entonces tenía los vagones más viejos, ruidosos, lentos y feos de Barcelona, o en la recién inaugurada estación de la línea 2, color lila. Eran tiempos de peseta, con ecos de Felipe González diciendo adiós, de post euforia olímpica y de una ciudad aún asible con la mano. Entonces, hace quince, diez, o seis años, sólo se podía acceder a las torres de la fachada de la Pasión y de la Natividad, y a un pequeño museo. Por las rendijas de los portones que daban a calle Mallorca, apenas se veía un entramado confuso de pilares como un bosque, en lo que sería la nave central.
Cuando fui en mayo de este año, me encontré con una Barcelona llena, multicolor, indignada y acampada. Por la Sagrada Familia ya no pasaba sólo el metro y todavía resonaba la crítica sobre el eventual peligro del túnel del AVE pasando bajo los cimientos de la iglesia. Hace quince años, me regodeaba con mi cámara reflex marca Zenit made in URSS, para encontrar el mejor ángulo en que cupiera en un solo encuadre alguna de las fachadas de la basílica. Hoy el regodeo es imposible, porque ni con photoshop se logran sacar los buses que rodean la Sagrada Familia, impidiendo disfrutar las claves de su fachada. Suerte tuvimos quienes la pudimos contemplar limpiamente.
Y suerte la que tuve también cuando regresé este año a visitarla. La fila para entrar daba vuelta a la manzana. Pero como en verdad iba a misa, ese domingo a mediodía me resignaba a sólo poder visitar la cripta, que es donde habitualmente hacen la eucatistía, y a la cual se accede por fuera y detrás de la iglesia. Así que me salté la fila y pregunté cómo se llegaba a la misa, con la seguridad de que no me negarían el acceso a la cripta. Pero como no estaba enterado de las noticias locales de Barcelona, no sabía que un loco, semanas antes, en vísperas de Pascua de Resurrección, le prendió fuego a las cortinas de la cripta y se incendió completa. Y fue así como ese día domingo, preguntando por la misa, me abrieron las puertas, entré a la nave central de la basílica y me ubiqué detrás del altar mayor, que es donde temporalmente estaban haciendo la eucaristía. Sin quererlo ni planificarlo, me pasé una hora admirando el ingenio de Gaudí y dando gracias por tamaño regalo dominical.
Y hoy, justo seis meses después, recibo esta presentación con tremendas fotos de su interior. Para quienes no han podido ir de nuevo, los invito a verla. Si no les gusta la música de fondo, pueden bajar el sonido. Disfrútenla.
Un fuerte abrazo,

Francisco

(Nota: la presentación es un pps con fotos del interior de la Sagrada Familia).

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